Olalla, Robert Louis Stevenson

Ficha técnica
Autor: Robert Louis Stevenson
Editorial: Ediciones invisibles (haz clic para ir a la web de la editorial)
Colección: Pequeños Placeres

Año de publicación: 1885
Año de publicación de esta edición: 2019
Número de páginas: 92

Sinopsis de Olalla

Siguiendo las recomendaciones médicas, un oficial escocés herido en combate y que necesitará un largo período de convalecencia accede a convertirse en el huésped de una familia que vive en un gran caserón fortificado en un remoto rincón de España. Según le han dicho, en la casa, muy deteriorada por el tiempo, solo vive una madre con sus dos hijos: Felipe, de pocas  luces, y Olalla, de la que apenas se sabe nada, últimos supervivientes de esta estirpe venida a menos, víctima de los excesos y la endogamia. Pero antes de entrar en la fortificación, el oficial  tendrá que aceptar una condición previa: deberá renunciar a mantener cualquier tipo de relación con la familia.

Impresiones

De vez en cuando me gusta variar un poco en mis lecturas y dejar tanto crimen a un lado. Olalla me llegó de parte de la editorial Ediciones Invisibles y yo encantada de leer algo diferente y más si es esta preciosidad de edición.  El autor que nos ocupa esta vez es el escocés Robert Louis Stevenson, un autor clásico enormemente conocido sobre todo por dos de sus obras, La isla del tesoro y El extraño caso del doctor Jekyll y míster Hyde, pero dicen que tras un sueño, en 1885 publicó Olalla, una corta novela ambientada en España, que yo desconocía y de la que me he quedado francamente prendada. 

Por indicación de su doctor, un soldado escocés herido en una batalla que el autor no concreta ni ofrece más detalle, se traslada a residir con una familia para seguir con su convalecencia y recuperación. La familia vive aislada en la montaña en un viejo caserón. Según le explica el médico está formada por una madre y sus dos hijos, Felipe y Olalla. Su linaje es muy antiguo y fue muy importante, se trata de una familia noble pero que ha venido a menos, y a la que solo le queda el apellido y un porte aristocrático. Pero sin duda lo que más le llama la atención es la advertencia que le lanza el médico: no debe tener ningún tipo de contacto con la familia. Esa es la petición expresa que ésta ha hecho para acogerle. 

Así pues, es el hijo, Felipe quien acude a buscarlo y lo lleva al caserón. En seguida nuestro protagonista advierte que debió de tratarse de una importante familia, puesto que la mansión, aunque ajada y deteriorada, se encuentra ricamente construida y con elementos decorativos propios de la nobleza. Sus vestigios así lo indican, si bien en ese momento se halla casi desnuda. Es acomodado en una espaciosa habitación, provista de un buen fuego, y sobre todo alejado de la familia. Allí lo que más llama su atención es un antiguo cuadro del retrato de una joven, alguien que debió formar parte de la familia, y su mirada y belleza se quedan clavados en el soldado. Los días transcurren tranquilos y semejantes unos a otros, con la misma rutina que comienza con un paseo por los alrededores, y con el solo contacto con Felipe, un chico bastante básico y extraño, y con muchas dificultades para comunicarse. 

Olalla está narrado en primera persona por el soldado escocés convaleciente, el cual al poco tiempo de hallarse instalado en la casona conoce también a la madre. De hecho cada día coinciden cuando éste sale a su paseo diario y mantienen conversaciones y silencios, murmullos y pocas palabras. La descripción de la madre, al igual que la de Felipe, es de lo más sombría y enigmática. Lo que más le sorprende son sus ojos, y como también sucede con Felipe, no es de muchas palabras, y su actitud para con su huésped es apática y de casi indiferencia. La familia le inquieta y ese sentimiento inunda su narración, lo cual se magnifica cuando una noche escucha gritos desgarradores y casi animales. Por ello decide recorrer partes del gran caserón que aún no ha pisado y es cuando descubre la habitación de Olalla, la hija a la que todavía no ha visto. Al contrario que su madre y hermano, es culta y versada en poesía, a juzgar por los poemas y cartas que encuentra en su habitación. 

<< Pero debía ser avanzada la noche cuando de repente me sobresaltaron unos gritos lastimosos y aborrecibles por igual. Salté de la cama creyendo que lo había soñado, pero los gritos seguían inundando la casa. Gritos de dolor, pensé, pero también de cólera, y tan salvajes y disonantes que paraban el corazón. No lo había imaginado: algún ser vivo, fuera un loco o un animal salvaje, estaba siendo vilmente torturado. >>

Olalla es pues la otra gran protagonista, o la protagonista absoluta de esta novela, aunque su aparición se produzca casi a la mitad del relato. Su personaje tiene una fuerza increíble y es cuando ésta entra de lleno en la historia, cuando queda plasmada la absoluta pasión de la pluma de Stevenson. Y es que el oficial queda prendado de Olalla en cuanto la ve, y lo mismo le sucede a ella. Sin embargo, no será cómo imaginan y por ello os emplazo a conocer por vosotros mismos esta maravillosa historia, en la que además de una prosa apasionada, donde podremos disfrutar de descripciones sobre los sentimientos humanos, nos lleva al terreno de la licantropía, con una ambientación desde luego muy bien lograda. De forma sutil, sí, pero estamos ante una historia con tintes victorianos, sombríos e inquietantes. 

<< Sin embargo cuando por fin nos encontramos, la propia fuerza de la pasión cayó sobre mí y mi mente quedó al acto sepultada; sentí que había perdido el habla como se pierde un hábito en la niñez y me limité a acercarme a ella como un hombre con vértigo se acerca al borde de un abismo. Olalla retrocedió un poco a mi avance, pero sus ojos no se apartaron de los míos ni un segundo y me invitaron a seguir. Habiéndoseme negado el habla, si avanzaba más solo podría estrecharla en silencio contra mi corazón, y lo poco que había cuerdo en mí, lo poco que quedaba aún sin conquistar, se rebeló ante la idea de semejante asalto.>> 

Para concluir, tengo que reconocer que leer Olalla ha sido un auténtico placer y la labor de esta editorial, Ediciones Invisibles, me parece encomiable, ya que está editando clásicos muy interesantes, convirtiéndose en realidad en un gran placer, por el tiempo que el libro se va a quedar contigo. La edición es preciosa y leerla no nos llevará demasiado tiempo. De esta manera conoceremos la encrucijada de Olalla, dejándonos seducir por una narración sutil, con muchas insinuaciones y un trasfondo velado, depositando en el lector la labor de sobreentender lo que está ocurriendo. Stevenson tejió con Olalla una inolvidable historia pasional con una maldición familiar y ligada a la licantropía, pero que sin duda esconde un trasfondo mucho más profundo, como lo es escribir sobre el alma humana.