Malva, Hagar Peeters

Título: Malva

Autora: Hagar Peeters

Editorial: DNX editorial

Año de edición: 2018

Género: Narrativa, histórica

Páginas: 231

«Me llamo Malva Marina Trinidad del Carmen Reyes, para mis amigos de aquí Malvita; Malva para todos los demás. Puedo asegurar por supuesto que ese nombre no lo concebí yo. Lo hizo mi padre. Lo conoces, el gran poeta. Igual que titulaba sus poemas y poemarios, así me dio a mí un nombre. Pero nunca lo pronunció en público. Mi vida eterna empezó después de mi muerte en 1943 en Gouda. Mi entierro congregó a un puñado de gente. Muy diferente del funeral de mi padre, treinta años más tarde en Santiago de Chile».

Todos conocemos al gran poeta chileno Pablo Neruda. Hemos podido acercarnos a su poderosa poesía, que ha enamorado a millones de lectores. Sin embargo, pocos o nadie, teníamos conocimiento de que tuvo una hija. Una hija que falleció con ocho años, a la que rechazó e ignoró desde su nacimiento y de la que nada trascendió en su basta obra. Su pecado: nacer con una terrible enfermedad, la hidrocefalia. 

Malva fue la única hija de Pablo Neruda, fruto de su matrimonio con la holandesa Maria Hagenaar Vogelzgang, a quien el poeta llamaba Maruca. Nació en Madrid el 18 de agosto de 1934, donde habían nombrado cónsul a su famoso padre. Malva dice de si misma que su nacimiento fue como un accidente de tráfico. Nació ya con dificultades dada su enfermedad aunque, sin embargo, la primera imagen de la niña causó en el poeta una bonita impresión, lo que provocó que le pusiera el bonito nombre de Malva Marina. Como se describe en el libro "un nombre de flor, de planta litoral. Malva Marina. La malva, una planta simple, llena de gracia en su sencillez. Una flor sin pretensiones." El narrador del libro, que es la misma Malva, nos habla de los primeros días de su vida, en el hospital y luego en casa, donde requería de muchos cuidados. Aunque solo se los ofrecía su madre ya que Neruda desde un inicio se desentendió de ella, y es especialmente triste lo que sobre ello explica Malva: "Yo requería cuidados para el resto de mi vida. ... Cuidados diarios, cada minuto, cada segundo, durante esa única vida que mi padre tenía para vivir, y que yo le iría consumiendo, porque él no podía duplicar los minutos. Cada instante de su vida consagrado a mí, se perdería para la literatura y la eternidad." El desenlace de la vida familiar es cruel y duro también. En 1936, con motivo de la Guerra Civil española, el poeta se despide de su esposa y su hija, de la que se avergüenza. No consta que volviera a verlas, y a partir de ese momento, Neruda rehizo su vida y tuvo dos matrimonios más. Malva y su madre, se desplazaron a Holanda, donde tuvieron una vida difícil hasta que la niña tristemente falleció a los ocho años de edad.

Malva ha sido para mi un libro duro, pero tierno a la vez. Difícil combinación, pero Malva, la niña, te llega al corazón, su desconocida historia te atrapa y te suelta sólo cuando has terminado el libro, su libro. Hagar Peeters da voz a esta niña, quién a través de la autora nos contará su historia, la de su padre y su madre, y mucho más. Y es que Malva le habla a la autora. No está sola, en el cielo tiene como compañeros de juegos algunos hijos olvidados de otros conocidos autores, como Oskar Matzerath, Lucía Joyce y Daniel Miller. No es un libro fácil, no lo es porque a priori se hace un poco complicado tomar el pulso a la prosa de la autora. Peculiar pero elegante y llena de emoción, Hagar Peeters va desgranando infinidad de momentos de la vida de Neruda. Su muerte, que pudo ser debida a un envenenamiento, cómo se conoció con la madre de Malva, el recorrido por algunas de su obras más conocidas, dónde las escribió o en qué momento vital y anímico se encontraba. 

Como he dicho es una obra diferente y cruda. Un pasaje que me ha gustado especialmente ha sido encontrarme con Federico García Lorca. Malva cuenta la amistad que unía a Neruda con el poeta granadino, y se recoge una peculiar lucha dialéctica entre ellos. Aunque en relación a Lorca, también seremos testigos de cómo éste le ofrece a Neruda sus "Versos en el nacimiento de Malva Marina", y en cambio el chileno escribe en una carta: "Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma." Sin embargo, a Malva cuando alude a esta carta, le gusta la descripción de su padre, y en el libro como separación entre párrafos aparece a menudo este signo de puntuación. Como un símbolo de los que nunca existieron, del limbo de los desterrados y olvidados.

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Pero a veces la justicia se hace patente en nuestro mundo, y en 2004 se descubre su tumba en Gouda, Holanda. Para la autora, cuyo padre estuvo en el entierro de Neruda y a quien tampoco reconoció hasta que ésta tuvo once años, la historia de esta niña se vuelve enormemente atractiva y decide darle la voz y el protagonismo que se le negó por muchos, debido al olvido cruel de su padre. Malva se revela y toma el pulso nada menos que a su padre, con complejas oraciones y con el uso de una prosa muy poética, logra calar sin duda en el lector y, lo mejor, dar a conocer su historia que nunca tuvo que ser silenciada. 

Muy diferente al tipo de lectura con la que suelo rodearme, reconozco que me costó acostumbrarme al idioma narrativo de la autora, sobrecargado, con frases largas y llenas de sentimientos. Oraciones complejas y poéticas que hacen que sea una lectura que precise concentración, pero que una vez te adentras en ella llegas a disfrutar de Malva y de todo lo que tiene que contar. 

Agradecer a la editorial el ejemplar de este libro